viernes, 23 de septiembre de 2016

TRIBUTO A CORTÁZAR SIN PENSAR

    Érase una vez, la historia de una trompeta trompeteada, que trompeteó sin licencia y todo se le acabó. Trompetea la trompeta atascada en un segundo. Trompita trompetera trompicante, decía la trompeta. Erase una vez una trompeta trompetista que sonaba mientras soñaba con el cielo a trompicones y a bocados destrozaba el tiempo. Erase un ojo abierto dentro del desconcierto del conciert
o de la trompeta trompeteada. Luz en el agujero que explota con su sonido. Pequeñito pequeñito.Ahora no y después tampoco. Trompeta trompetita trombón ¡Explota ahora mismo! Déjalo pasar... No cojas eso, se decía, no le vayas a tropezar,que la sangre mancha mucho y no la puedes limpiar.

    Érase una vez un tú en un zapato. Un tú que tutea. Un tú en bicicleta, sin sentido de la gravedad. Te encuentras tú y la trompeta en el inconcierto desconcierto de sus notas en un frasco tan pequeño que no puedes ni respirar. Imagina encontrarlo y describirlo en el papel. Palabrea palabrota parabologónica, sin parar. Sin rumbo ni destino. Y no se callará. Acuérdate de la cábala cábala de Julio Julian Cortaza Crotaza Corzón. Recoge una por una las mierdas de tu habitación. Uno, dos y tres , olvídate de pensar. Una a una las palabras Bla bla bla , palabras palabras sin sentido corretean cotorrean sin parar. Ahora te has perdido.
Volvamos a empezar.

    Érase una vez un clin clan clun que le cuesta despertar. Clunea cloceloso sin ansias, sin vomitar. Imagina tu sombra refugiada por el clin-clan-clin-clan de sus dientes rechinar. Cliente desdichado, como siempre te tocó pagar. Concluida la conclusión concluyente, conclujamos conclujemos, por favor, sin parar.

    Y si no lo entendemos ¿Qué más dará? y aún quedan horas y páginas por rellenar. Resueñen con armonía los nórdicos de mi tierra, que viva el fruto del Bios que ojeó en nochestrella. Ahora sé que tampoco lo sabes y que tampoco lo se yo. Kilómetros vacíos, kilómetros aguerridos, kilómetros sin pintar pantir ni pulmir. Kilómetros sin rostro ni espacio para respirar. Aquí estás. Sumida en el dueño del sueño que te hizo hombre y te permitió matar.

   Stop, por favor, volvamos a empezar. 
 
    Érase una vez un corazón escrito que no sabía palpitar. Lo intincaba intrincaba pero no sabía empezar: Pum pum. Pum pum ¡Empieeza hombre! no será tan difícil plapitar en el país de nunca jamás donde solo hay cábalas que cábalas y cabalas sin parar y sin acento, que todo lo cambia, todo lo confunde y remite al hablar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario