viernes, 23 de septiembre de 2016

LA ERA NUEVA: "UNDERCRISTO" Y MARTE





LA ERA NUEVA:


LA VERDAD VERDADERA. VENIMOS DE MARTE Y DE LA DIVINA MANO DE "UNDERCRISTO". LA VERDAD QUE NO QUIEREN QUE SEPAMOS.

    Fue cuando el universo tuvo un retortijón enorme en pleno proceso de expansión, cuando de una explosión inmensa se cogió Undercristo, nuestro verdadero Señor, a un asteroide con destino la Tierra desde Marte, con amor.

    Y llegaron a la tierra y se hicieron los relámpagos y la niebla y la oscura noche. Y así cayó Undercristo justo al lado de un pequeño lago orientado hacia el norte.

    Absorto por la belleza cristalina de aquel agujero acuoso, doblegó con cuidado la palma derecha de su omnipotente mano y recogió así, una muestra de lo que la tierra le deparaba.

   Y vio Undercristo, que era bueno.

   El primer día en la Tierra, se paró Undercristo a pensar tendido sobre una piedra y pensó que podía dividir el tiempo en un día y dos noches. Y que de un día se multiplicara por ocho y ocho por cinco serían un mes y dieciocho un año completo.


    Y pensó Undercristo, que estaría bueno.

    Y así creó Undercristo un año entero con sus divisiones como no las conocemos. Así que, agotado de pensar tanto en el tiempo, se tumbó en la arena mojada a disfrutar de no hacer nada.

El segundo día, repeló Nuestro Señor con sus uñas divinas, el asteroide de Marte para crear colores. Y pintó así la hierba, las plantas y los árboles. Dejó que la cosa fluyera.

    Y vio Undercristo, que era bueno, y dejó que siguiera su curso.

   El tercer día, lo reservó para las llamas, elefantes y koalas. A mitad tarde, se decidió por fin a hacer al resto de animales. Luego, por diversión pura, creó un bigote en llamas para que correteara y así entretenerse de la tarde a la noche temprana.

   El cuarto día, fue cuando Nuestro Señor creador nos creó a su beneficiada imagen y ligera semejanza. Entre otras cosas, el olor corporal de Undercristo Nuestro Señor, olía a pies fétidos y podridos. Así que decidió, en su creación, corregir el error de fábrica y concentrarlo en el punto más inferior de nuestros cuerpos.

    Creó pues, también, a Conchita, creó a Jaime Ruiz Pérez, a Norberto Garrido y a Maribel. Y así vio que los apellidos lastrosos sólo los tuvieran los mozos.

    Y vio Undercristo, que era lo correcto.

   El quinto día, de buena mañana, Nuestro Señor se levantó a pasear para observar su creación ¡Cuando volviera a Marte no se lo iban a creer!

    Vio a las bellas llamas corretear, vio a las plantas reproducirse sin parar, y cuando quiso darse cuenta, vio a Conchita y compañía cantando y saltando con flores por el cuerpo.

    —¡Qué bonita, qué bonita es la vida! ¡Qué bonitos los ríos, los arcoíris y los árboles! Qué bonitas y especiales somos las personas ¿Verdad? De verdad... me emociona. Os quiero, es todo muy perfecto ¿Os ayudo chicos? ¡Todo es de todos, claro que puedes quedarte con mi trozo de carne! Gracias, gracias, por favor ¡Oh Dios mío! Perdóname mucho, mucho, no era mi intención hacerte daño chafándote el dedito pequeñito, ha sido sin querer. Te perdono, claro que te perdono, te perdono para siempre jamás porque somos grandes amigos.

    Undercristo Nuestro Señor, en un primer momento sonrió orgulloso de su creación. Pero a medida que los observaba y los escuchaba, le entraron unas terribles náuseas que tenía que solucionar.

    Marchó nuestro salvador hasta una poza de petróleo espeso para dividir nuestro cerebro en dos y proporcionarle más entretenimiento. Y así creó Undercristo el vicio, el desenfreno, el egoísmo y el lado siniestro.

    Y vio Undercristo, que era necesario.

    El sexto día, Undercristo se despertó con ganas de Juerga. Así pues, creó las plantas psicotrópicas, los sapos ácidos y la cerveza Coronita en la playa de arena. Y fue el sexto día en el que toda la tierra se entregó de lleno a la fiesta. Y declaró Undercristo el día seis de la semana como fiesta mundial obligatoria para aliviar las penas.

       Y finalizando Nuestro Señor nuestro génesis, el séptimo día, no podía mover ni el cuerpo ni l'ànima. Así que decidió que cada país tuviera su fiesta típica nacional con sus cantos, comidas, licores y trajes propios según la zona geográfica.

    Por último, el octavo día, Undercristo, cansado de tanto dar y sufrir y penar y disfrutar de nuestros pecados, fue a esconderse en una cueva para que nadie le fuera a molestar. Pero un grupo de siniestros seres humanos obsesionados por Undercristo, lo encontraron y lo despertaron gritando —¡Lo hemos encontrado, Aleluya!—

    Levantóse Undercristo furioso y alzó la ceja rápidamente para tensar la otra, cuando con su dedo poderoso, destruyó al ser humano en un microsegundo. Quería descansar de las fiestas. Mañana ya volvería a empezar la vida inteligente en la Tierra.

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