jueves, 22 de septiembre de 2016

LOST IN TRANSLATION

Lost in translation prekiller


       Sólo pido dormir ¿Es pedir demasiado? Mis pies están en huelga con el suelo y mis piernas sólo quieren adoptar la postura perfecta para olvidarse del día y reclinarse en la noche. Mi cuerpo pesa como si la gran cabeza de la estatua de la libertad y la de todos los estadounidenses juntos lo tuvieran atrapado en el colchón. Los párpados están hinchados de tanto hoy y tanto anoche. Mi voz ronca parece rota por todo el ayer, anteayer y anteanoche, dándo vueltas, mirando la pared. 
      Demasiado cansado para centrarme en nada. Demasiado cansado como para querer ver algo. Sepultado en una guerra de almohadas que no saben cual es ya su posición. Entre los brazos, entre las piernas, sobre la cabeza. No hay nada en la nevera ¿Pero qué nevera? Ni si quiera tengo nevera que abrir para quedarme mirando la bombilla fundida, la que seguiría sin alumbrar nada. A la que seguiría mirando como si fuera mi amante desnuda, por si algún milagro de la naturaleza, la hiciera funcionar de nuevo. Aunque fuera parpadear. Por favor. Aunque fuera parpadear. 
     Sólo quiero dormir. Sólo quiero desatarme de este horrible insomnio que me persigue. Sólo quiero cerrar los ojos y que sirva de algo. No me salen las cuentas, debería de haber muerto ya de todas las noches y los días que dedico involuntariamente a trasnochar. Tengo que encontrar algo que hacer.

 

Lost in translation


    -Supongo que éste es el final... Treinta y cinco años en este mundo cruel con uno. No he plantado un árbol ni he escrito ningún libro. No deseo a ninguna mujer ni trabajo. No tengo casa, no tengo coche, no tengo ni perro que me haga o al que hacer caso. Mi vida está vacía. No tengo família, no tengo estudios, no tengo amigos. Supongo que he tocado fondo. Cada mañana es un saco de horas muertas que me resquebrajan las entrañas en cada instante en el que se dignan a reposar. Cada mirada al espejo detiene mi cara que ya está gris, borracha de tiempo ¡Pero qué asco! Pero qué miedo me da. Me he olvidado de llorar. Nunca me acuerdo si lo llegué a intentar. Mi vida se viste de un filtro en escala de grises. Gris. Todo gris. He ahogado cada minuto en cada vaso, de cada bar, de cada banco, de cada noche en mi casa, mirando un punto fijo. Estoy cansado.

    Así que , amigo mío, hoy es el día de acabar con todo. Abre la boca... ¡Abre la boca, joder! Así. Perdón si está fría. Miro a toda esa gente, tan diferente, tan ajena a mí. Llevo años perdido en una partitura de líneas torcidas. Sin llave de sol. Llevo años entendiendo sin entenderme a mí mismo. Entendiendo si realmente, hay algo que entender. Llevo años buscando algo común al resto, buscando las partes que compongan algún todo y que ese todo, sea más que la suma de esas partes, o algo así. Algo que me guste, algo que me disguste. Desde aquí arriba veo las cosas con más calma. Lo siento, no os comprendo. No os soporto. No puedo irme, así que tendréis que fenecer. Uno a uno.
    Apreté el gatillo. Ya tenía algo que hacer.

 

Lost in translation postkiller


    Compuesto de ceniza infecta, maloliente, me he cansado ya hasta de matarlos. Primero a bocajarro, luego maniatados, después hasta el sol naciente, lentamente, sin escrúpulos ni reparo. Rico aroma a carne fría sin remordimientos. Pero sigo sin dormir. Sigo sin estar satisfecho o completo o como me tuviera que sentir. Solo con este mugriento colchón que ya ni me conoce. Ni si quiera me aguanta. Ni si quiera me aguanto. Sólo oigo ese estúpido reloj que no se calla. Me molesta, me carga, me harta, me irrita. 
    Voy a colocar la cabeza justo, justo contra la pared y a golpearla una y otra vez. A ver qué pasa.
    Un golpe seco. otro golpe. Tic, tac, tic, tac. Más fuerte ¡Más fuerte! Tic, tac, tic, tac, tic, tac. ¡Vamos! ya noto la sangre cómo se esparce por la pared. Más fuerte, más fuerte, más fuerte. Se rompe el hueso craneal. Tic, tac, tic, tac. Por fin el cerebro se expande por el gotelé. Más fuerte. Tic, tac, tic, tac.


No hay comentarios:

Publicar un comentario