sábado, 6 de octubre de 2018

DE CUANDO EL HIJO DEL VECINO DE LA ANAMARI SE QUEDÓ RALLAO, Y A VECES SE LE IBA LA OLLA, DE ESCUCHAR EN BUCLE “JESUCRISTO SUPERSTAR” DESDE PREESCOLAR Y AHORA QUE YA TIENE LOS 30 Y SIGUE VIVIENDO CON SU PAPÁ, QUE DESDE QUE VA AL GYM YA CASI NI ESTÁ, PUES LE DA LAS GRACIAS AL MUSICAL POR HABERLO CRIAO Y TAL.

Gracias, Jesucristo Superstar
por enseñarme esa línea tan estrecha
entre el bien y el mal.

Gracias, por enseñarme en cada etapa vital
que vea desde donde pueda
y que todos, tenemos un porqué en esta maldita tierra
tan recubierta de mierda
¡Que no cesa
y no cesa!
¡y se congela!, 
en este infinito invierno
sin puta luz eléctrica.

Gracias, 
y Judas
que tu lo sepas, 
si te sirve desde el infierno
yo te creo;
yo no creo
a las malas lenguas.

Gracias, Jesucristo Superstar
por enseñarme a interpretar
ciertas caras de la perpetua verdad;
a desmontar
la duda, que cabía y cabe desnuda
pero que nunca se acaba de aclarar
¡Jodidos benditos!
¡Arded vivos en vuestros cerebros!
porque yo 
no 
os creo.

Gracias, por hacerme entender que estamos hechos de un gris un poco turbio
y que nos podemos amar igual
¿eh, Pedrito?
y que el ego en extremo
puede “morir o matar”;
¡que sólo hay pastores y borregos
y la verdad es la última que sale a lectura
y mientras tanto
los aburridos egos
ya han hecho sentencia
juicio, caza y captura
mientras se sientan a ver cómo se lo come todo el fuego!

Gracias, 
por decirme que Jesucristo
también era un poco cretino
y que buena gente era y majo y eso, 
pero se lo tenía un poco creido; 
y que la cosa podría haber sido otra
si hubiera bajado los humitos
y hubiera dicho:
-Chico mira, que no, 
que no hay Diosito
a madre la fecundó padre 
y me tuvieron de hijo
y san se acabó-.
Y ya, pues cuando vuelvas a casa
hablas con quien tengas que hablar, 
pero lo importante era
que siguiérais ayudando a los demás.

Gracias, Jesucristo Superstar, 
por ayudarme a madurar.

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