Lost in translation prekiller
Sólo
pido dormir ¿Es pedir demasiado? Mis pies están en huelga con el
suelo y mis piernas sólo quieren adoptar la postura perfecta para
olvidarse del día y reclinarse en la noche. Mi cuerpo pesa como si la
gran cabeza de la estatua de la libertad y la de todos los
estadounidenses juntos lo tuvieran atrapado en el colchón. Los párpados
están hinchados de tanto hoy y tanto anoche. Mi voz ronca parece rota
por todo el ayer, anteayer y anteanoche, dándo vueltas, mirando la
pared.
Demasiado
cansado para centrarme en nada. Demasiado cansado como para querer ver
algo. Sepultado en una guerra de almohadas que no saben cual es ya su
posición. Entre los brazos, entre las piernas, sobre la cabeza. No hay
nada en la nevera ¿Pero qué nevera? Ni si quiera tengo nevera que abrir
para quedarme mirando la bombilla fundida, la que seguiría sin alumbrar
nada. A la que seguiría mirando como si fuera mi amante desnuda, por si
algún milagro de la naturaleza, la hiciera funcionar de nuevo. Aunque
fuera parpadear. Por favor. Aunque fuera parpadear.
Sólo
quiero dormir. Sólo quiero desatarme de este horrible insomnio que me
persigue. Sólo quiero cerrar los ojos y que sirva de algo. No me salen
las cuentas, debería de haber muerto ya de todas las noches y los días
que dedico involuntariamente a trasnochar. Tengo que encontrar algo que
hacer.Lost in translation
-Supongo
que éste es el final... Treinta y cinco años en este mundo cruel con
uno. No he plantado un árbol ni he escrito ningún libro. No deseo a
ninguna mujer ni trabajo. No tengo casa, no tengo coche, no tengo ni
perro que me haga o al que hacer caso. Mi vida está vacía. No tengo
família, no tengo estudios, no tengo amigos. Supongo que he tocado
fondo. Cada mañana es un saco de horas muertas que me resquebrajan las
entrañas en cada instante en el que se dignan a reposar. Cada mirada al
espejo detiene mi cara que ya está gris, borracha de tiempo ¡Pero qué
asco! Pero qué miedo me da. Me he olvidado de llorar. Nunca me acuerdo si lo
llegué a intentar. Mi vida se viste de un filtro en escala de grises.
Gris. Todo gris. He ahogado cada minuto en cada vaso, de cada bar, de
cada banco, de cada noche en mi casa, mirando un punto fijo. Estoy
cansado.
Así que , amigo mío, hoy es el día de acabar con todo. Abre la boca... ¡Abre la boca, joder! Así. Perdón si está fría. Miro
a toda esa gente, tan diferente, tan ajena a mí. Llevo años perdido en
una partitura de líneas torcidas. Sin llave de sol. Llevo años
entendiendo sin entenderme a mí mismo. Entendiendo si realmente, hay
algo que entender. Llevo años buscando algo común al resto, buscando las
partes que compongan algún todo y que ese todo, sea más que la suma de
esas partes, o algo así. Algo que me guste, algo que me disguste. Desde
aquí arriba veo las cosas con más calma. Lo siento, no os comprendo. No
os soporto. No puedo irme, así que tendréis que fenecer. Uno a uno.
Apreté el gatillo. Ya tenía algo que hacer.
Lost in translation postkiller
Compuesto
de ceniza infecta, maloliente, me he cansado ya hasta de matarlos.
Primero a bocajarro, luego maniatados, después hasta el sol naciente,
lentamente, sin escrúpulos ni reparo. Rico aroma a carne fría sin
remordimientos. Pero sigo sin dormir. Sigo sin estar satisfecho o
completo o como me tuviera que sentir. Solo con este mugriento colchón
que ya ni me conoce. Ni si quiera me aguanta. Ni si quiera me aguanto.
Sólo oigo ese estúpido reloj que no se calla. Me molesta, me carga, me
harta, me irrita.
Voy a colocar la cabeza justo, justo contra la pared y a golpearla una y otra vez. A ver qué pasa.
Un
golpe seco. otro golpe. Tic, tac, tic, tac. Más fuerte ¡Más fuerte!
Tic, tac, tic, tac, tic, tac. ¡Vamos! ya noto la sangre cómo se esparce
por la pared. Más fuerte, más fuerte, más fuerte. Se rompe el hueso
craneal. Tic, tac, tic, tac. Por fin el cerebro se expande por el
gotelé. Más fuerte. Tic, tac, tic, tac.
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