ERNESTO:
Tiene mi corazón dos cruces
como las del Nazareno.
Una me organiza el alma en cajones,
me acuna por las noches
y nos cogemos de la mano,
en bodas y comuniones.
La otra,
Gloria santa de mis ojos y amén,
me da descargas de vida
en cada pausa
de la manecilla del reloj
bajando hasta y media
y explotando mi pecho
y mis huevos,
como si fuera
natación sincronizada.
¿Qué hacer Dios mío?
Si sólo soy un hombre
y la mayor bestia
a la que me tendré que enfrentar,
soy yo mismo.
Si una me calma
y la otra es mi mejor tormenta
de jueves a domingo
¡Y yo las quiero!
Te lo juro por ti;
Que las quiero hasta el infinito
y por ellas muero
y de la vida dimito
si me lo hicieran firmar por escrito.
Y dicho esto,
voy directo a mi ciclón,
que me escucha entre sus pechos
y me seca las lágrimas
de mi indecisión pagana
que cada día
un poco más me mata.
JIMENA:
Si fuera cosa de tu espada mágica y esmaltada,
supongo que ya estaría ahí bajo plantada,
esperando recibir tu deliciosa estocada
justo en el centro de mi alma.
Pero como es cosa de tu honra,
y de tus hipérbatos,
no quiero saber nada,
y por eso,
me he quedado calentita en casa
haciendo ganchillo,
con todas tus chorradas.
Vete ya a tu morada,
que como se entere tu mitad casada,
se va a armar la de Dios
y yo ya estoy cansada.
No te quiero más ya,
me he aburrido de tu entrepierna magullada
y tu cabeza asustada
como un niño que sólo quiere estar
bajo las faldas,
amamantado por una vida sana y equilibrada.
Dejo esto ya,
porque una tiene una reputación
de la Bien Follada
y no de psicóloga
estafada.
Gloria santa de mis ojos y amén,
me da descargas de vida
en cada pausa
de la manecilla del reloj
bajando hasta y media
y explotando mi pecho
y mis huevos,
como si fuera
natación sincronizada.
¿Qué hacer Dios mío?
Si sólo soy un hombre
y la mayor bestia
a la que me tendré que enfrentar,
soy yo mismo.
Si una me calma
y la otra es mi mejor tormenta
de jueves a domingo
¡Y yo las quiero!
Te lo juro por ti;
Que las quiero hasta el infinito
y por ellas muero
y de la vida dimito
si me lo hicieran firmar por escrito.
Y dicho esto,
voy directo a mi ciclón,
que me escucha entre sus pechos
y me seca las lágrimas
de mi indecisión pagana
que cada día
un poco más me mata.
JIMENA:
Si fuera cosa de tu espada mágica y esmaltada,
supongo que ya estaría ahí bajo plantada,
esperando recibir tu deliciosa estocada
justo en el centro de mi alma.
Pero como es cosa de tu honra,
y de tus hipérbatos,
no quiero saber nada,
y por eso,
me he quedado calentita en casa
haciendo ganchillo,
con todas tus chorradas.
Vete ya a tu morada,
que como se entere tu mitad casada,
se va a armar la de Dios
y yo ya estoy cansada.
No te quiero más ya,
me he aburrido de tu entrepierna magullada
y tu cabeza asustada
como un niño que sólo quiere estar
bajo las faldas,
amamantado por una vida sana y equilibrada.
Dejo esto ya,
porque una tiene una reputación
de la Bien Follada
y no de psicóloga
estafada.
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