Querido Jorge,
Giorgie,
Pelitos.
Querido Yorch.
¿Sabes esa canción
que se incrusta
entre las costillas
y no sale ni con lejía
y que te resfría
y te deja en casa
sin ir al trabajo un par de días,
serie y manta
sopa y amor,
como un domingo húmedo y gris
acurrucados
en el sofá del balcón?
Esa melodía
que tarareas toda la vida
sin saber qué es,
hasta que te bajas el Sazam
y por fin la captas
y te da como ese vuelco relleno de hidrógeno
que casi te da arcadas
de la emoción.
¡Y que encima te la bajas,
y le creas a ella solita
una lista de reproducción!
En el coche,
en el mp3,
en un pen
y en el ordenador.
Y la subes al Facebook,
al Twiter
al Tinder
al Instagram,
la recomiendas por la calle a desconocidos,
como si fuera el mejor hachís de la nación.
Y acosas a tus amigos
aplicando la técnica
acoso y derribo:
-Por Dios, escucha esta canción.
-¿La has escuchado ya?
-¿Todavía no? Espera
que ya te la pongo yo.
Esa canción,
eres tú,
mi hamor.
que tarareas toda la vida
sin saber qué es,
hasta que te bajas el Sazam
y por fin la captas
y te da como ese vuelco relleno de hidrógeno
que casi te da arcadas
de la emoción.
¡Y que encima te la bajas,
y le creas a ella solita
una lista de reproducción!
En el coche,
en el mp3,
en un pen
y en el ordenador.
Y la subes al Facebook,
al Twiter
al Tinder
al Instagram,
la recomiendas por la calle a desconocidos,
como si fuera el mejor hachís de la nación.
Y acosas a tus amigos
aplicando la técnica
acoso y derribo:
-Por Dios, escucha esta canción.
-¿La has escuchado ya?
-¿Todavía no? Espera
que ya te la pongo yo.
Esa canción,
eres tú,
mi hamor.
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