A veces creo,
que nunca te olvidaré,
que nunca saldrás de estas paredes
y que ya nunca vendrás a verme.
Aunque te vayas,
de vez en cuando,
sigo mirando tu altar
y me entra ese no sé qué
de mariposas negras hechas tar-tar
en el estómago y el lacrimal.
En ocasiones,
recuerdo tu pelo carbón,
tus manos
cuando eran mi colchón
y de cuando nos trasladamos a la civilización,
tus nuevas obsesiones
con las drogas,
el blues,
y los documentales de la 2.
Recuerdo tu mal y agudo humor,
tus rutinas
y tus siestas de tres días
tumbado en la huerta,
torrándote al sol.
No sé si lo soportaré más tiempo;
te echo demasiado de menos,
mi querido King Kong.
de vez en cuando,
sigo mirando tu altar
y me entra ese no sé qué
de mariposas negras hechas tar-tar
en el estómago y el lacrimal.
En ocasiones,
recuerdo tu pelo carbón,
tus manos
cuando eran mi colchón
y de cuando nos trasladamos a la civilización,
tus nuevas obsesiones
con las drogas,
el blues,
y los documentales de la 2.
Recuerdo tu mal y agudo humor,
tus rutinas
y tus siestas de tres días
tumbado en la huerta,
torrándote al sol.
No sé si lo soportaré más tiempo;
te echo demasiado de menos,
mi querido King Kong.
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